viernes, 10 de septiembre de 2010

MAPA DE LA ULTRADERECHA CATOLICA

Alvaro Ramis O.

Sodalicio de la Vida Cristiana

De origen peruano, fue fundado en 1971 por el abogado Luis Fernando Figari, un antiguo adherente a la dictadura militar de Manuel Odría. El grupo original canalizó las inquietudes religiosas del grupo de derecha radical “Dios y Patria”. La facción política se denominó “Confederación de Juventudes”, que desapareció con el correr del tiempo. En cambio el Sodalicio prosperó y se diversificó en otras ramas, como la Fraternidad Mariana de la Reconciliación, las Siervas del Plan de Dios, la Asociación de María Inmaculada y la Hermandad de Nuestra Señora de la Reconciliación. Todo esto acompañado de planes de negocios y vínculos políticos.

Los escándalos de abusos sexuales a menores, que han afectado a la Iglesia Católica con especial dureza durante este año, han destapado la existencia de complejos grupos de poder al interior del catolicismo. Para la opinión pública es bastante conocida la existencia del Opus Dei, cuyos rasgos sectarios han sido divulgados por ex miembros de esta prelatura personal fundada en 1928 por Josemaría Escrivá de Balaguer(1). La “fama” del Opus es tal que incluso ha llegado a alimentar la imaginación de bestsellers como El Código da Vinci, de Dan Brown. Por su parte, los escandalosos crímenes del mexicano Marcial Maciel han contribuido a divulgar la existencia de los Legionarios de Cristo, congregación fundada en 1941 que cuenta con una rama de sacerdotes, una sección de mujeres consagradas y con una rama laical llamada Regnum Christi. Tanto el Opus como la Legión han sido señalados como sociedades sectarias, debido a que practicarían métodos de manipulación sicológica de sus miembros, tanto en sus procesos de reclutamiento como durante su permanencia en las instituciones. Además, se les asocia con sectores políticamente conservadores, proclives a posiciones de extrema derecha y con influencia sobre empresarios y corporaciones. En ambos casos los estudios e investigaciones han sido abundantes y las pruebas saltan a la vista. Además se ha empezado a revelar la compleja trama de negocios que ambos grupos han construido, como el Grupo Integer, un holding que opera como caja fuerte y centro directivo de todas las obras de la Legión de Cristo en el mundo, cuyo patrimonio global está estimado en 25 mil millones de euros.

Otro sector que ha salido a debate en nuestro país es la Pía Unión Sacerdotal del Sagrado Corazón de Jesús, organización que construyó Fernando Karadima desde su parroquia y que estaría compuesta por una cincuentena de sacerdotes y cinco obispos. Junto a las denuncias de abusos sexuales contra Karadima han aparecido acusaciones de manipulación sicológica e información sobre los lazos entre este grupo y sectores de la ultraderecha chilena, entre otros con los conspiradores y asesinos del general René Schneider, como Juan Luis Bulnes Cerda, hermano del abogado del párroco, Juan Pablo Bulnes Cerda.

Sin embargo, el enjambre de entidades y camarillas que forman parte de la ultraderecha católica es mucho más amplio. Ciertamente el Opus Dei, los Legionarios de Cristo y el grupo de Karadima son poderosos, sin embargo, es necesario elaborar una cartografía que permita visibilizar a un conjunto de otras asociaciones que han logrado instalarse al interior de la Iglesia Católica y que constituyen un peligro para la sociedad democrática debido a dos aspectos comunes a todas ellas: su carácter sectario, lo que implica la utilización de técnicas de manipulación y férreo control de sus adeptos; y en segundo lugar, su manifiesta oposición al principio de soberanía popular y sus vínculos con represores y violadores de los derechos humanos. En este mapa sería necesario señalar, al menos, a los siguientes grupos:
La gran oportunidad para Figari y sus Sodalicios se la abrió la dictadura de Alberto Fujimori, que les permitió copar estructuras del Estado y crear alianzas con los aparatos de inteligencia del régimen. En esos años, el Sodalicio comenzó a ordenar sacerdotes y en la actualidad ya cuenta con dos obispos en el sur peruano, que han destruido con especial virulencia la pastoral indígena y las organizaciones eclesiales de defensa de los derechos humanos. Además han organizado una serie de ataques al gobierno regional de Puno, encabezado por un líder de Izquierda, Hernán Fuentes, en un territorio colindante con Bolivia y con población mayoritariamente quechua y aymara.
En 2007 los Sodalicios se remecieron por la captura in fraganti de uno de sus más antiguos miembros, Daniel Beltrán Murguía Ward, como traficante de pornografía infantil. Aunque la organización oficialmente expulsó a Beltrán, le ha proporcionado constante apoyo judicial por medio del abogado José Luis Pflucker Villanueva, quien ha actuado reiteradamente en la defensa de ex integrantes del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), que manejaba Vladimiro Montesinos.

Heraldos del Evangelio

Se trata de la nueva identidad del movimiento Tradición, Familia y Propiedad, TFP, también conocido como Fiducia. Fue fundado por el ahora “Monseñor” Joao Clá, quién durante décadas fue asistente, secretario y confidente del fundador de TFP, Plinio Corrêa de Oliveira. A la muerte de Plinio, en 1995, Clá logró controlar a parte de sus seguidores bajo la forma de una congregación religiosa con reconocimiento de Roma. El mismo se ordenó sacerdote en 2005 junto a otros catorce seguidores. El proyecto, tal como lo ha declarado, es configurar la “nueva caballería de la Iglesia”.
Para muchos de los antiguos miembros de TFP este giro ha traicionado el carácter contrarrevolucionario y militante de la antigua organización. Pero evidentemente el nuevo estatus de los Heraldos le permite a Clá ampliar las redes y los espacios de poder que Fiducia no poseía. En 1985 la asamblea nacional de obispos del Brasil había declarado que por “(el) carácter esotérico, el fanatismo religioso, el culto prestado a su jefe y progenitor”, TFP no gozaba de comunión con la Iglesia Católica, y exhortó a la feligresía brasileña a no colaborar ni afiliarse a la organización. Bajo su nuevo estatus canónico, los Heraldos pueden aspirar ahora a tener obispos y cardenales, con el mismo propósito de Plinio Corrêa: devolver a la Iglesia al siglo XIX.
En Santiago es posible encontrar a los Heraldos dedicados a la venta de libros de devoción y estampas de la Virgen de Fátima a la salida de las estaciones del Metro. Otro sector chileno heredero de TFP, liderado por Juan Antonio Montes, se ha agrupado bajo el nombre Acción Familia y centra sus ataques en contra de los homosexuales y el feminismo.

Instituto del Verbo Encarnado

Con presencia en más de treinta países en los cinco continentes, es la congregación de mayor crecimiento en el mundo católico. Se inició en Argentina, en San Rafael, en mayo de 1984. Con base en Mendoza, ya tiene sedes en Estados Unidos, Medio Oriente, Chile, Perú, Asia central, Rusia, Italia, Brasil, Pakistán y Lituania. Ha hecho noticia durante este último mes debido a la renuncia de su superior y fundador, el sacerdote Carlos Buela, debido a una pronta intervención vaticana producto de una serie de denuncias de familiares de miembros del grupo que le acusan de conducir con mano de hierro la congregación, ejerciendo actitudes de coerción y sometimiento. Estas denuncias, ya realizadas con anterioridad, explican el exitoso proselitismo de esta asociación. La gravedad de la situación puede implicar la intervención y disolución de la orden.
Buela es seguidor de monseñor Adolfo Tortolo, un obispo vinculado al integrismo católico que defendió la tortura al ejercer como vicario castrense durante la sangrienta dictadura de Videla. Inició su grupo al instalarse en San Rafael, Mendoza, protegido por el obispo conservador León Kruk. Al principio se integraron a la diócesis, pero tenían claro que solamente creando su propio instituto podrían volver a dar misa en latín, usar sotanas negras y negar, en la intimidad del grupo, los preceptos del Concilio Vaticano II. Las técnicas de captación y manipulación que implementó en El Verbo Encarnado le permitieron incorporar rápidamente a muchos jóvenes de todo el país. Muchos rompían sus vínculos familiares y de amistad y se entregaban a las órdenes de Buela. En pocos años el grupo creció y se expandió por todas las diócesis, especialmente aquellas que tenían sacerdotes conservadores.

La jerarquía argentina se comenzó a preocupar porque el seminario del padre Buela era visitado continuamente por golpistas y carapintadas. Eran comunes las visitas de Mohamed Alí Seineldín, de Ricardo Curutchet, y de militares vinculados a la dictadura militar. La jerarquía eclesiástica argentina intentó cerrar sus casas en 2001, y Buela fué trasladado a Ecuador. Sin embargo Angelo Sodano, en aquel entonces secretario de Estado del Papa Juan Pablo II, gestionó que sus casas no se cerraran y que su sede principal de San Rafael se trasladara a Italia. Por este motivo, Buela siempre relata a sus seguidores: “Aprendamos del Opus Dei que se instaló en los años 50 en Roma, cerca del Vaticano y logró todo lo que quiso al vincularse a los que cortan el bacalao”.
Enfrentado a los obispos argentinos, decidió trasladar su noviciado a Chile, instalándolo en La Pintana, bajo el amparo del obispo de San Bernardo, Juan Ignacio González.
Caballeros de Colón

Fundada en Estados Unidos en 1882, con influencia de la emigración irlandesa, la Orden de los Caballeros de Colón dice contar hoy con 1.7 millones de miembros en todo el mundo. Este elevado número se explica dado su carácter de “sociedad de beneficencia fraternal”, que opera a través de programas de seguros de vida, renta vitalicia y de cuidado de largo plazo, principalmente en Estados Unidos y México. En su origen fue un grupo de choque irlandés contra la discriminación de los protestantes. Sin embargo, hoy los Caballeros de Colón han derivado, sobre todo en México, en un grupo de choque al servicio de jerarcas católicos conservadores y del Partido Acción Nacional (PAN), en el poder. En Estados Unidos se han aliado permanentemente con los sectores más conservadores del Partido Republicano. En agosto de 2004, en plena competencia electoral, los Caballeros no invitaron a su convención, que se llevó a cabo en Dallas, al entonces candidato demócrata John Kerry, pero sí a George W. Bush, quien recibió los aplausos más copiosos al expresar su agradecimiento a los Caballeros por “su trabajo para proteger el Juramento de la Bandera, para que sigamos siendo una nación bajo Dios”.

La lista de organizaciones de la extrema derecha católica podría contener más nombres, como el Camino Neocatecumenal, de Kiko Argüello, los llamados Caballeros de Malta y la fraternidad sacerdotal San Pío X. En todos los casos, es posible identificar que ex miembros de estos grupos coinciden en la manipulación de las conciencias a la que se les habría sometido, lo que configura un cuadro en que la libertad de pensamiento y la autonomía interior pueden ser considerados como derechos conculcados o amenazados. Las acusaciones se refieren a métodos de lavado de cerebro, en los que la autoridad religiosa es sacralizada de tal modo que se impide a las personas el libre ejercicio del discernimiento y voluntad. El testimonio del médico James Hamilton es decidor, cuando declaró a TVN que Karadima “fue el representante de Dios sobre mí”. En su relato, a los 17 años fue escogido para ingresar al movimiento juvenil Acción Católica y desde ese momento, “idolatró” al padre Karadima, quien pasó a ser su confesor, guía espiritual y figura paternal. “Sentí que había sido elegido por Dios”, sostuvo Hamilton.

Si se aplicara el principio de precaución se debería investigar diligentemente e impedir que la responsabilidad de los abusos termine encontrando chivos expiatorios que blanqueen el entramado de fondo, que no se explica integralmente sin dar cuenta de la red de intereses políticos que lo ha sostenido
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(1) Para analizar las denuncias de ex miembros del Opus Dei ver: www.opuslibros.org
Publicado en www.puntofinal.cl

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