martes, 11 de septiembre de 2012

SUMARIO

Abriendo Alamedas N°07 - Edición Septiembre 2012
CHILE: MOVILIZACIONES SOCIALES y 
PODER CONSTITUYENTE


ASAMBLEA Y PODER CONSTITUYENTE
Hugo Murialdo

MOVILIZACIONES SOCIALES: COYUNTURA Y APERTURAS POLÍTICAS DEL PERÍODO.
Rafael Agacino

UN PAÍS ADOLORIDO
Juan Pablo Orrego

RACISMOS, INCENDIOS Y DICTADURAS
Tito Tricot

ELOÍSA GONZÁLEZ: “NO HABRÁ PROCESO VICTORIOSO SI NO DEMORA LO QUE TENGA QUE DEMORAR”
Camilo Espinoza

UNO DE CADA CUATRO NIÑOS MENORES DE 3 AÑOS ES POBRE EN CHILE
XINHUA

CAMILA VALLEJO RESPONDE A SALAZAR: "Los jóvenes comunistas no militamos para ser manipulados o utilizados para los fines de los 'viejos' del partido"
C. Mascareño

HUELGA DE HAMBRE DE PRESOS POLÍTICOS MAPUCHE
Wente Winkul Mapu  Comunicado Publico Numero 3

ALLENDE QUERÍA MAR PARA BOLIVIA
Mauricio Aira

ACCIONES
Jaime Retamal

SALEN A LA LUZ MILES DE ARCHIVOS SECRETOS DE PINOCHET
Archivos secretos muestran como la Armada preparó la transición

LOS CIVILES RESPONSABLES DE LA MASACRE EN CHILE 1973
Carlos Alamo

RESUMEN DERECHOS HUMANOS EN CHILE - Julio 2012

DOSSIER: QUE VIVAN LOS ESTUDIANTES CHILENOS
-     DENUNCIAN ABUSOS DE CARABINEROS CONTRA ESTUDIANTES DETENIDAS.  Claire Martin
-     LOS TESTIMONIOS DE ESTUDIANTES QUE ACUSAN TORTURAS Y VIOLENCIA POLICIAL. Alejandra Carmona
-     CHILE: UN LINDO PAÍS ESQUINA CON VISTA AL MAR. Chilevisión
-     CONTINÚA LA VIOLENCIA CONTRA ESTUDIANTES SECUNDARIOS. RedCharquican-Albatv

NOTAS BREVES
-     CUMBRE DE OPOSICIÓN POLÍTICA Y MOVIMIENTOS SOCIALES EN CHILE.   PL
-     EL MONTAJE, la nueva arremetida jurídico policial y la continuidad de nuestra lucha Mapuche. Wichan
-     MATTHEI SERÁ INTERROGADO POR MUERTE DE GENERAL BACHELET. El Mostrador.pais
-     ¿POR QUÉ LES DUELE SU TRABAJO? CARTA PÚBLICA. Juana Aguilera
-     DESAPARICIONES FORZADAS: EXPERTOS DE LA ONU EN MISIÓN OFICIAL A CHILE.
Trabajo ONU sobre las Desapariciones Forzadas o Involuntarias
-     PARTIDO IGUALDAD. NUEVA TIENDA POLÍTICA EN CHILE. El clarín
-     ENCUESTA CHILE: EDUCACIÓN, GOBIERNO, PIÑERA, ETC. Radio Cooperativa

ARTE Y CULTURA
-     Libro de Janet Toro - EL CUERPO DE LA MEMORIA
-     AGRADECIMIENTO - Museo de la Solidaridad Salvador Allende
-     Libro de Álvaro Cuadra - MANIFESTACIONES ESTUDIANTILES EN CHILE
-     Cine documental Bruno Muel - "SEPTIEMBRE CHILENO 1973"
-     Video de Manuel García - APOYO ARTÍSTICO A 18 DÍAS DE LA TOMA MAPUCHE
-     Fotografía: CHILE: UN LINDO PAÍS ESQUINA CON VISTA AL MAR - Fotos con una vista al pasado.

HUMOR GRAFICO
-     Envíos de GUIDÚ
-     Dos portas de THE CLINIC
http://chileabriendoalamedas.blogspot.com/2012/09/humor-grafico_11.html

ASAMBLEA Y PODER CONSTITUYENTE


 Hugo Murialdo *
Imagen de  sentidoscomunes.cl


"Es preciso hacer la distinción entre el poder constituyente y los poderes constituidos, es decir, entre la voluntad soberana creadora del ordenamiento constitucional originario y, por lo mismo no sujeta a ninguna norma jurídica anterior, y los poderes derivados de ese ordenamiento enteramente sometidos y reglamentados por él. (1)


La teoría del poder constituyente y de los poderes constituidos se debe a Emmanuel Sieyés (1748-1836). En su libro ¿Qué es el tercer estado?, publicado en 1788, señaló que “la Constitución no es obra del poder constituido sino del poder constituyente”.

El poder constituyente es, por tanto, la suprema facultad del pueblo sobre sí mismo para darse un ordenamiento jurídico y organizarse políticamente. Lo usual, es que se haga por medio de una asamblea constituyente.
“Con la expresión de asamblea constituyente se designa un órgano colegial, representativo, extraordinario y temporal, que está investido de la tarea de elaborar la constitución del estado, de establecer –en otras palabras- las reglas fundamentales del ordenamiento jurídico estatal.

Se trata del poder constituyente cuya existencia radica en una ‘voluntad primaria’ en el sentido de que ‘sólo de sí misma y nunca de otra fuente deduce su limitación y la norma de su acción”. (2)

He querido comenzar esta nota citando a dos distinguidos tratadistas de filosofía política, debido a que a raíz de que el timonel de la Democracia Cristiana “estaría llano a estudiar la posibilidad de una asamblea constituyente”, han proliferado las declaraciones tanto de personeros de la política, como de “analistas”, “científicos sociales” y, por supuesto, sendos editoriales del duopolio.
Es curioso que sólo ahora, porque el senador Ignacio Walter mencionó las dos palabritas del terror, se produjera tanta alharaca. Es de hacer notar que el Movimiento por una Asamblea Constituyente, ha venido trabajando en ese sentido, desde hace ya varios años. Es así como cientos de agrupaciones, asociaciones, comunidades, etc. han hecho suya la demanda por una asamblea constituyente y, además de la labor propia de sus identidades y fines, trabajan también, para lograr este cometido. Sin embargo, obviamente, la derecha y sus voceros los habían ignorado, por la sencilla razón que no creen en las agrupaciones de base, ni menos en la democracia.

Sin embargo, el presidente de la DC, que parece tener mejor olfato que sus colegas, al percatarse que por ahí va la cosa, dijo que estaba dispuesto a “cambiarse de caballo”, y no porque un buen día, mientras desayunaba en la paz de su hogar, se le ocurrió esto de “una asamblea constituyente”.
Pero vamos a lo nuestro: trataremos de contestar algunas de las declaraciones de las que hacíamos mención anteriormente.
Una de las más reiteradas se refiere a que “la Constitución actual no contempla la asamblea constituyente”. Estamos de acuerdo, pero con la salvedad que la Constitución de 1925 tampoco contemplaba el golpe de Estado, y éste se produjo transgrediendo todas las normas de esa Constitución.

Ahora bien, si se quiere recurrir a la actual “Constitución” (que es ilegítima desde su origen), entonces, es necesario mencionar que tampoco contempla, es más, prohíbe expresamente la privatización de nuestras riquezas mineras. Sin embargo, según tengo entendido, y como lo ha explicado hasta el cansancio Julián Alcayaga, a través de un decreto anticonstitucional, se ha enajenado y se sigue enajenando más del 80% de ellas. Y ahora, está pasando lo mismo con el litio. ¿Y quién de los celosos “constitucionalistas” ha levantado la voz para parar este saqueo?

A propósito de golpe de Estado, las destempladas declaraciones del senador Alberto Espina de que “una asamblea constituyente se hace sólo después de un golpe de Estado o cuando el Congreso se autodisuelve”, denota justamente su concepción totalmente antidemocrática: un golpe de Estado es en sí el acto más antidemocrático; entonces ¿para qué un régimen de facto va a llamar a una asamblea constituyente?
El ejercicio del poder constituyente se manifiesta cuando una sociedad se organiza por primera vez en Estado (caso de las colonias que logran su independencia o el caso de los países creados después de la desaparecida Yugoslavia), o cuando, “por haberse interrumpido su vida constitucional debido a un régimen de facto, un Estado se ve precisado a restaurar su ordenamiento jurídico y convoca para ello a una asamblea constituyente”. (3)
Es necesario dejar muy en claro, que ningún tratadista le otorga el derecho a convocar a una asamblea o llamar a referéndum al régimen de facto, sino al Estado que es necesario restaurar después de terminado dicho Estado de excepción. Es lo que se debió haber hecho al término de la dictadura cívico-militar, pero la transición pactada resolvió otra cosa.

Por su parte el ex ministro y jefe de campaña de Patricio Aylwin, Genaro Arriagada en entrevista a El Mercurio (obvio), dice es “escéptico de los resultados de las asambleas constituyentes, pues generan órdenes constitucionales mal estructurados. Invocan la libertad pero terminan concentrando el poder en líderes populistas. Tanto en Venezuela como en Ecuador las Constituciones que surgieron de esas constituyentes fueron un retroceso desde el punto de vista de las libertades, del respeto al Estado de Derecho y de la separación de poderes. Crearon un cesarismo plebiscitario, algo cercano a una dictadura”.
Es decir, ¿que el señor Arriagada estima que nuestra “constitución”, originada en un régimen de facto, por lo tanto ilegítima, es más democrática y respeta más las libertades, el Estado de Derecho y la separación de poderes? ¿No será que al señor Arriagada al igual que toda la derecha, le molesta en demasía la democracia y todo lo que huela a ella es tildada de populismo al no tener argumentos para desecharla? ¿Puede explicar lo que significa “cesarismo plebiscitario”? Además si es plebiscitario ¿cómo va a ser cercano a una dictadura?

Este señor, es otro de los “genios” de los acuerdos de la transición pactada.
Otra de las declaraciones que lleva implícita una propuesta para cambiar la “constitución” es la que vienen promoviendo los senadores Andrés Zaldívar y Camilo Escalona. Estimado lector, si no la conoce, prepárese bien para lo que viene: “Es el Congreso el que se transforma en Constituyente, crea una bicameral que tiene que escuchar a quien tenga que escuchar, redacta el texto y luego lo somete a la aprobación de la Cámara y el Senado con el quórum que corresponda”. Se lo advertí, y no es chiste. Todo lo contrario, es bastante serio comprobar que éste es el nivel de nuestra clase política.
¿Cómo se les ocurre proponer tamaña sandez, sabiendo que el Congreso no es representativo de la sociedad debido al sistema binominal, es espurio, puesto que emana de una “constitución” espuria y, por añadidura, cuenta con sólo el 10% de confianza de parte de la ciudadanía. Espero que los señores Zaldívar y Escalona entiendan, de una vez por todas, qué es el PODER CONSTITUYENTE.
Ya que el senador Zaldívar está tan preocupado por los quórums, le recomiendo que le consulte al experto que permitió la enajenación de nuestro cobre a través de la llamada “concesión plena”, para que a través de otra “concesión plena”, le otorgue al Congreso, la facultad de disolverse por medio de un “autoacordado” y así dar paso al verdadero poder constituyente.

Post scriptum: no puedo dejar de responderle al colega Ricardo Candia los comentarios que vierte en su artículo titulado “No a la asamblea constituyente”. Primero: “los sujetos turbios” que ahora están dispuestos a subirse al caballo de la Asamblea Constituyente, se han visto obligados al tenor de los hechos y no por motu proprio.  Segundo: en estos momentos hay más de cien agrupaciones, asociaciones, comunidades, pueblo mapuche, etc. a lo largo de todo Chile, de Arica a Magallanes, que está demandando y trabajando autónomamente y de acuerdo a su propio entender, y sin paternalismos, por una Asamblea Constituyente. Tercero: creer que todas estas agrupaciones se van a dejar manipular por estos “sujetos turbios”, es no tener ninguna confianza en las agrupaciones sociales de base. ¿No le dicen nada a Ricardo Candia: Calama, Freirína, Magallanes, Aysén, mapuche, Totoral, las redes agrícolas contra productos transgénicos, los pescadores artesanales, etc. Cuarto: por lo demás, los propios estudiantes vienen exigiendo Asamblea Constituyente, y por su propia iniciativa. El amigo Candia, por el contrario, para dirigirse a los estudiantes, en un acto nada democrático les dice lo que “deben” hacer: ganar todas las elecciones que sea posible para después, mucho después cambiar la Constitución. Eso suena muy bonito, pero sería bueno que Ricardo Candia explicara cómo competir dentro del sistema binominal y cuántos años después, mucho después, pensar en cambiar la Constitución. En síntesis, el colega Candia tiene todo el derecho de estar en contra de una asamblea constituyente (parece que está conforme con la constitución actual), pero a lo que no tiene ningún derecho es a ningunear a todas las agrupaciones sociales de base del más diverso ámbito, que están trabajando por la asamblea constituyente cuyo poder radica en el soberano, que no es otro que el pueblo de Chile.


(1) Rodrigo Borja, Enciclopedia de la política, FCE., México, 1997.
(2) N. Bobbio y N. Matteucci, Diccionario de política, Siglo XXI, México, 1976.
(3) Rodrigo Borja, op. cit.


(*) Periodista y Magíster en Filosofía Política

MOVILIZACIONES SOCIALES: COYUNTURA Y APERTURAS POLÍTICAS DEL PERÍODO.


Rafael Agacino


Hace ya unas cuantas semanas, periodistas de dos medios electrónicos solicitaron mi opinión sobre el balance de las movilizaciones sociales del 2011 y sus implicancias y perspectivas políticas para el presente año[1]. Por la importancia de los temas y la demora en su publicación, me ha parecido conveniente unificar y reestructurar las respuestas y ponerlas a disposición de los interesados, especialmente de los jóvenes en cuyas organizaciones el debate en torno a la situación política actual se ha hecho apremiante. En esta nota mantengo la estructura  “pregunta – respuesta”  propia de una entrevista pero, tanto unas como otras,  han sido corregidas buscando mantener la fluidez del texto y una mayor precisión de las opiniones originales.

El año 2011 partió con las movilizaciones en contra de HidroAysén y luego con los estudiantes y su lucha por la gratuidad. ¿Este año se podrían sumarse a la movilización las demandas por salud y previsión?

No soy tan optimista. La política y la sensación térmica que caracterizarán  al país este año estarán fundamentalmente cruzadas por el problema de las elecciones. Hace rato empezó a moverse el tinglado de las alianzas, los pactos, y eso significa desplazar la política desde los movimientos sociales,  las organizaciones de trabajadores, populares y estudiantiles, hacia la burocracia política. El mejor ejemplo es el comportamiento de la dirección del PC que ya está negociando  con la Concertación, particularmente con la DC: el pacto por omisión en la comuna de Estación Central con Ballesteros y una serie de otras comunas que es una manera de incorporar al PC a esta alianza, a esta Concertación ampliada, extendida. El gobierno de Piñera también va a estar concentrado en lo mismo, tanto dentro de la Alianza como por fuera de ella, en la medida en que son las primeras elecciones bajo su gestión,  y que sean elecciones directas, proporcionales y territoriales, son un momento de prueba y una oportunidad para reaccionar frente a la deslegitimación creciente de los partidos e instituciones políticas existentes. Para que decir en el caso de una Concertación fragmentada y a la saga de los acontecimientos. Y por último, no está demás considerar que otras fuerzas más díscolas, como Igualdad, también están apostando en el mismo terreno, por lo cual, todo sumado, la política y la sensación térmica pasarán por ahí, por el  evento eleccionario.
Y permítame un comentario sobre las demandas asociadas a la salud y la previsión. Hay una diferencia crucial respecto de la crisis educacional. En educación han sido los usuarios – estudiantes y padres y apoderados- los que han saltado como fuerza social principal y que, apoyados por otros sectores sociales, se movilizaron provocando una fisura en el modelo neoliberal. Pero en el caso de la salud, por ejemplo, no se trata de los usuarios del sistema sanitario nacional sino de los trabajadores de la salud, lo que no es lo mismo.  Perfectamente se puede mejorar el salario de los trabajadores de la salud primaria sin que los beneficiarios del sistema mejoren sus condiciones de atención; no sólo sus demandas son diferentes sino incluso pueden ser hasta contradictorias. Ni que decir en el caso de la previsión. Otro gallo cantaría si movilizaran siquiera una parte de los  casi 13 millones de beneficiarios de FONASA o de los 9 millones de afiliados a las AFP, especialmente considerando que en el caso de estos últimos, casi la mitad no cotiza o sus empleadores no han enterado las cotizaciones retenidas en las cuentas individuales respectivas.
Algo similar ha sucedido en el caso de los profesores agrupados en el Colegio: como trabajadores de la educación,  sus demandas, precisamente, por no haber  engarzado con las de los estudiantes y padres y apoderados, han cumplido más bien un papel menor en las movilizaciones de esta última década: desde “el mochilazo” secundario del 2001 a la explosión estudiantil del 2011, pasando por la “revolución de los “pingüinos” del 2006.  Por ello mismo, han sido los estudiantes y los padres y apoderados, en tanto usuarios del sistema educacional, los que han logrado poner la crisis educacional como un problema nacional que ha trizado el sentido común dominante como no se pudo en años.
Solo un desarrollo mayor de la conciencia de clase de tales movimientos puede hacer converger las demandas de los trabajadores de los servicios con las de los usuarios y beneficiarios. Por ahora esto es muy embrionario; se trata de luchas aún muy “gremializadas” y parciales…

¿Entonces el movimiento estudiantil no es un síntoma de un proceso de movilizaciones sociales crecientes?
El movimiento estudiantil puede anticipar el futuro en varios sentidos pero hasta ahora no es síntoma, o más bien dicho no es representación, de un robusto proceso de movilizaciones sociales de impronta rupturista con el modelo neoliberal ni menos con el capitalismo. Eso está muy lejos aún.
Dejando de lado el vergonzoso papel de la dirigencia de la CUT y de los partidos que la controlan, no veo que el movimiento de trabajadores esté en un proceso acelerado de constitución como actor político-social gravitante ni tampoco que esté participando, activa y masivamente. Más bien se trata de iniciativas muy pequeñas - y por ello muy notables-, por ejemplo, de los trabajadores de SITECO, de los portuarios de San Vicente y de algunos segmentos de trabajadores de la minería privada del cobre como Collahuasi, que han apoyado a los estudiantes. Son excepciones, ni siquiera los partidos populares como el PC, que se supone tendrían alguna ascendencia sobre el movimiento de trabajadores, han sido capaces de mostrar ninguna capacidad para ampliar significativamente las movilizaciones estudiantiles al campo de los trabajadores. Tampoco en el campo de las franjas de pobladores organizados, pues, como ya mencionamos, están apostando a incorporarse al proceso electoral; allí están invirtiendo todos sus recursos económicos, sus mejores cuadros y sus relaciones para participar en el proceso.
Incluso si se observa con detención al propio movimiento estudiantil, hay que considerar que una gran masa de estudiantes – los secundarios del sistema particular subvencionado (1,8 millones aproximadamente) y aquellos vinculados a las universidades fuera del Consejo de Rectores, de los Institutos Profesionales y de los Centros de Formación Técnica (casi 700 mil en total)-, no han participado de ninguna forma en las movilizaciones e incluso, la simpatía que manifiestan, más bien reproduce el sentido común neoliberal con demandas “gremialistas” e individualistas. Un compañero me contaba, por ejemplo, que de los más de 60 mil estudiantes del DUOC, ninguno de ellos ni de sus profesores, pararon siquiera una sola hora de clases;  y se trata de estudiantes principalmente de extracción popular. Lo significativo, sin embargo, es que esta indiferencia no se explica por la represión institucional sino por la cooptación ideológica de la masa estudiantil que el mismo DUOC, controlado por el integrismo de derecha, se encarga de fortalecer y reproducir cotidianamente en las aulas.
Sin duda que las movilizaciones continuarán - aunque mediadas y amortiguadas por la coyuntura electoral- pues el malestar resulta del propio proceso de madures de la contra revolución neoliberal chilena, pero aún falta mucho para la emergencia de fuerzas de ruptura que converjan y abran paso a un proyecto emancipador mas allá de las demandas sectoriales inmediatas.

¿Cuál ha sido el papel jugado por el PC en las movilizaciones estudiantiles?
El PC se siente - y ya lo es- un partido del sistema político, una institución de la “república”. Reclamó y reclama un lugar en la constitución política de Chile, y la estrategia adoptada por su actual dirección política, es fortalecer su inclusión en ese sistema político, para desde ahí, según dice, intentar las reformas que resuelvan este conjunto de malestares. Hay muchos problemas con esta estrategia “confiada” en las posibilidades que actualmente otorga la participación en el estado burgués. Pero no podemos ahondar ahora en ello. En lo inmediato, el efecto más perverso de esta opción es que en lugar de fortalecer al movimiento de masas, lo debilita tal y como ya sucedió en el carbón a inicios de los noventa. En esa oportunidad, en medio de la gran crisis sectorial, transformaron a los dirigentes del carbón en candidatos a diputados y alcaldes, los sacaron del epicentro de la lucha para desplazarlos a la política institucional. Hoy hacen lo mismo con Ballesteros y Vallejos. En lugar de fortalecer la independencia del movimiento de masas, intentan domesticarlo; fuerzan a sus dirigentes a validar su rol en el orden institucional “republicano” y con ello fortalecer sus posiciones en el sistema político, como lo hace cualquier partido burgués. Esto se ha acentuado desde que fueron incluidos en las instituciones de la República como resultado del pacto electoral con la Concertación en las elecciones pasadas; una vez dentro, se acabaron las movilizaciones “contra la exclusión”, y lo mas reprobable, es que han intentando asumir un rol de mediadores entre las fuerzas movilizadas y el estado burgués, hecho  que en buen romance significa renunciar a fortalecer al propio movimiento obrero y popular y su independencia. Se trata de una tradición perversa no solo presente en la práctica de la dirección del PC sino también en la de la izquierda revolucionaria: considerar los movimientos sociales como cantera de cuadros para la organización partidaria. ¿Cuánto más durará esta concepción megalómana de la política que a fin de cuentas lo que hace es sustituir al movimiento obrero y popular por el partido?
Y en una dimensión más general, la táctica seguida por casi todas las fuerzas de izquierda, ha terminado validando como síntesis de la situación actual la disyuntiva entre Mercado y Estado. Esto ha puesto una camisa de fuerza a las iniciativas y movilizaciones populares de este nuevo ciclo de luchas.

¿Y no existe una alternativa que pueda romper con esa forma de mirar las cosas?
Si pues. Primero hay que comprender que nuestro camino no se reduce a “más Estado y menos Mercado” para responder a un modelo neoliberal que operó en sentido inverso. Esta es una trampa de la socialdemocracia, del progresismo y del liberalismo burgués. Sea por la historia del propio socialismo real, o sea por nuestra propia historia, ya debería estar claro que nuestra opción no es ni mercado ni estado, sino más poder para la “gente”, más poder para los trabajadores y sectores populares y sociales, más poder, más soberanía popular.  Esta perspectiva tiene una serie de implicancias para la política pues es evidente que una opción de este tipo exige otra manera de concebir  lo político y la acción política.
Esta forma alternativa de ver el asunto –decir: no queremos más mercado, ni más Estado sino más Poder Popular, más fortalecimiento de las organizaciones sociales- se ha venido expresando de manera larvaria, espasmódica, con poca claridad dada la falta de experiencia histórica que, a diferencia de otros países, tiene el movimiento popular chileno a este respecto. Lo que queremos no es una línea divisoria entre lo político y lo social. Es cierto que “lo social” es responsabilidad de los gremios pero no que “lo social” deba ser un límite que reduce al movimiento popular a mero elector, a una masa episódicamente llamada a votar por representantes – definidos, además, por los propios partidos políticos -  encargados de hacer “la política” supuestamente en su nombre y en el espacio institucional de “lo político”.
Hay que romper esa línea. La idea es politizar lo social, obligar a que la política salga del Parlamento y demás instituciones y se desplace al espacio social. Esta es en el fondo la estrategia que a tientas ha ido adoptando una izquierda desconfiada que no se fía del Estado y sus instituciones, que no cree que la solución a los problemas sea un capitalismo más regulado y un parlamento más democrático, sino que cree que las soluciones verdaderas se abrirán paso solo si los sujetos sociales colectivos mismos se constituyen en una fuerza político-social capaz de encarnar un proyecto alternativo. Y lo más importante, que cree que esta misma fuerza político-social -y no sus representantes burocratizados- es la condición definitoria del carácter de un proyecto genuinamente emancipador.
Lo que tiene que pensarse y ponerse en práctica es una táctica de desarrollo de construcción de fuerza popular y programática independiente, propia; estimular la convergencia de las fuerzas existentes y estimular la emergencia de las fuerzas latentes. El nuevo período –inaugurado definitivamente con el Gobierno de Piñera y las movilizaciones estudiantiles- plantea la necesidad de una referencia político-social que catalice sin negar las diversas potencialidades sociales y programáticas que poco a poco comienzan a visibilizarse. Hay que evitar que tales potencialidades sean domesticadas como gustan los funcionarios de la república. Lo fundamental es que la acción política se oriente por metas de construcción de poder popular y de fuerte presión sobre el Estado para negarlo como único lugar, como lugar monopólico, de la política; la soberanía reside en el pueblo y éste la puede ejercer también como acción política en los espacios vitales, en los lugares dónde los problemas son inmediatamente reales. Hay que pararle un poder paralelo al Estado. Si queremos educación, ¡arrebatémosle la educación!, formemos centros de Educación a partir de las necesidades vitales de los educandos, los educadores y la comunidad. La demanda de volver los colegios al MINEDUC no es suficiente; en la práctica significaba pasarle la educación a Lavín, después a Bulnes y ahora a Bayer, es decir pasarle la educación a un Estado ahora completamente controlado por el mismo neoliberalismo empresarial. Incluso tampoco la propia gratuidad es suficiente pues ésta puede transformarse en otro pingüe negocio de capitales privados tal y como ha pasado con el AUGE, la gran promesa de derechos de salud garantizados por el Estado, que ha sido fuente de mega negocios para el sistema privado de salud que ha aumentado sus ganancias a costa de las platas del Estado, platas que en el fondo no son sino de los explotados. El estatalismo no basta. Hay que desarrollar formas de control democrático que sean expresión de una fuerza social que a la par que se organiza también politiza lo social. En el caso de la educación, ésta podrá ser gratuita pero debe ser suministrada por el estado y no por los privados; y podrá ser suministrada por el Estado pero debe estar – y esto es crucial- bajo un control comunitario real.
Sobre esta forma de concebir la política, no tenemos mucha experiencia debido, por una parte,  a la matriz que traemos desde antiguo, y por otra, a que los procesos de construcción de poder popular que hemos experimentado han sido muy espasmódicos y han quedado entrampados en la gran tradición legalista y reformista de la clase obrera y la izquierda chilenas. Por lo que hay que construir una izquierda de ruptura, una izquierda emancipadora, que confié en el potencial de las organizaciones sociales, que piense que el sujeto social emergente es un sujeto político en potencia con capacidad de resolución y que no está condenado, como lo quiere el liberalismo burgués, el progresismo, la socialdemocracia y la izquierda estatalista, a ceder su protagonismo a los burócratas de la política; muy por el contrario, que hay que estimularle, concebirlo y construirlo, para arrebatarle la política a los políticos.

¿Pero cómo surge este sujeto capaz de expropiar la política a los “burócratas”?
Esto no es ni tan espontáneo ni un mero efecto de una voluntad pura. El talento de los constructores político-sociales estriba, precisamente, en captar las potencialidades del presente y creemos que hoy se han abierto condiciones favorables para impulsar un proceso de constitución político-social en esa dirección.
La tarea central del actual período es construir una referencia política a partir de formas de participación y deliberación populares, cuidosamente organizadas y masivamente impulsadas, y por esta vía instalar una práctica político-social que se constituya en una referencia que politice lo social, que regrese la soberanía a las clases dominadas y sectores subalternos y que permita ejercerla desde lo social, de la práctica vital inmediata de la gran masa que vive del trabajo propio. Que obligue a los profesionales  de la política (funcionarios, por lo demás, pagados por nuestros impuestos) a abandonar el espacio formal y reconocer que hay otra fuerza política que vive en la sociedad y que es la única fuente de soberanía.
Pero no se trata de cualquier referencia, de levantar un partido más para entrar a la carrera política formal cuyo espacio es precisamente aquél definido por tales burócratas, y que mas allá de las buenas intenciones, la lógica de esa institucionalidad terminará devorándolo, si es que ya no lo hizo desde el mismo momento en que comenzó su campaña por la inclusión o por la inscripción.  La república burguesa no hace más que tragarse a sus propios hijos, los domestica,  y de nuevo, los de abajo, a fojas cero.
En ese sentido, el ejercicio democrático de elaboración de política, de construcción de consensos en torno a las demandas populares, es una potente intuición que circula por todos lados: tanto en los adolescentes y jóvenes estudiantes como en los jóvenes y adultos trabajadores bajo condiciones de flexibilidad y precariedad. Se trata de abrir espacios para la política desde abajo, de estimular el más elemental acto de comunicar anhelos cara a cara, y de ahí avanzar al procesamiento social de los intereses diversos, congeniando inteligencias y aunando voluntades en torno a los derechos generales de todos los que vivimos del esfuerzo propio.

Esto parece muy claro e incluso urgente… Se trata de hacer converger las demandas para dar paso a un nuevo modelo de desarrollo que responda a las necesidades y problemáticas de las grandes mayorías.
Si, es cierto lo que usted plantea; todo parece muy claro. Sin embargo, desde el punto de vista práctico, el asunto es más complejo que un simple esfuerzo de convergencia de demandas. No hay que olvidar un punto clave del momento actual: las condiciones socioculturales en que esas "grandes mayorías" declaran sus necesidades y problemáticas.
Estará de acuerdo conmigo en que si no nos interrogamos sobre tales condiciones, sobretodo en la sociedad actual, reducimos el problema - por cierto, ya muy difícil- a la pura definición del modelo alternativo.  Pero usted y yo sabemos que el capitalismo chileno bajo la forma neoliberal de acumulación y reproducción social, desestructuró profundamente a los sujetos sociales colectivos y a la propia sociedad, por lo cual es casi una obviedad afirmar que las "grandes mayorías" actuales son las "grandes mayorías del mercado", las engendradas por la propia contrarrevolución neoliberal madura. Entonces, si hacemos abstracción de este hecho, corremos el riesgo de sufrir una miopía sociológica que puede conducirnos a una práctica social y/o política que en vez de acercarnos al camino de la emancipación puede contribuir a reproducir la fragmentación que el sistema ha naturalizado por múltiples mecanismos vitales: desde el trabajo al consumo y desde la educación a la política.
Por ejemplo, aunque pueda parecerle impropio el caso, la lucha por los aumentos salariales - una demanda explícita y justa de la inmensa mayoría de los trabajadores - bajo condiciones de baja conciencia política y ecológica, puede favorecer el consumismo, dañar la salud y deteriorar el ecosistema social y ambiental. En efecto, más salarios pueden implicar más alimentación basura, más educación basura, más diversión basura, etc., las que a la larga no solo desencadenan un ostensible deterioro estructural de la salud y del medio ambiente social y natural, sino también una degradación cultural masiva de los propios "beneficiados", lo que facilita la dominación capitalista. Una mirada panorámica al Chile actual muestra a grandes segmentos de trabajadores y sectores medios integrados al consumo y a la cultura neoliberal, ejemplares del individualismo, del hedonismo, de la falta de solidaridad, de sujetos neuróticos y enfermos. La clave entonces es atravesar el velo del dinero y de la propia canasta de consumo, de las mercancías, para llegar al núcleo de la explotación capitalista actual: la manipulación de las necesidades y el control de las capacidades productivas del trabajo individual y colectivo. ¿Por qué necesitamos, como ya alguna vez escuché decir a Max-Neef, 30 tipos de shampoo, y agrego yo, 40 tipos de crema dental, 50 tipos de zapatillas o 60 modelos de celulares, etc.?  Ya la Heller nos habló de un sistema que opera como "dictadura de necesidades", pues, bien, entonces ¿qué es si no el capitalismo actual que, bajo la apariencia de la libertad de elegir, se revela como una verdadera dictadura de las necesidades, necesidades impuestas por el capital? Se nos dice qué comer, qué vestir, qué valorar, qué desear, en fin qué, cómo y para qué vivir. Tras esto,  el mismo capital está usando a su antojo la capacidad productiva social, la capacidad productiva humana, el trabajo social e individual.
Así, un nuevo modelo de desarrollo, que a fin de cuentas no es sino un nuevo modo de vida, debe ocuparse de subvertir las condiciones bajo las cuales se definen las supuestas necesidades de las "mayorías". Debe recuperar la soberanía de esas mayorías sobre sus propias necesidades y sus satisfactores, o lo que es lo mismo, recuperar la soberanía para decidir racionalmente y en función de los intereses de la humanidad y no del capital, cómo y en qué utilizar las capacidades productivas humanas, el trabajo individual y colectivo. Un modelo de desarrollo, emancipador, sostenible social y ecológicamente, supone pues, soberanía para definir qué, cómo y para quién producir, y ello no es sino  la manifestación de la soberanía política en el espacio vital, inmediato a la vida social, y no una actividad monopolizada por los burócratas de la política.
En este sentido, por citar dos ejemplos recientes, el esfuerzo de elaborar una política educacional a través de un Congreso Social Educativo – iniciativa que se implementó con éxito en varias ciudades del país – así como la experiencia de los liceos auto gestionados durante los meses de movilización estudiantil, se constituyen en acciones políticas colectivas, itinerantes, multiformes y transversales que abren camino. Y lo abren en un doble sentido: construyen contenido, una visión del sistema educativo que queremos, es decir, el programa; y a la vez, el soporte social, el  sujeto, la fuerza social misma que al descubrir sus anhelos se auto constituye como fuerza social organizada, y en potencia, en  fuerza política emancipadora.
Por cierto, el proceso recién comienza y es frágil. En Chile hay escasa tradición de este tipo de estrategia de construcción,  y los esfuerzos por recuperar la otra historia, aquélla a la que podríamos apelar para dar más sustento a los esfuerzos de hoy, aún no se han masificado; predomina la historia oficial, sea republicana o estalinista, ambas tributarias de la matriz "sustitucionista" del poder popular, del poder de  las masas conscientes y organizadas.  Por ello, la vitalidad del movimiento en marcha está amenazada por la propia racionalidad republicana que, rayando una línea entre lo político y lo social, quiere obligarlo a adecuarse a las reglas de la política formal, al orden del estado. 
Estas iniciativas y otras como las movilizaciones comunales de Aysén y Coyhaique, muestran que es posible la asunción de la política a partir de los espacios vitales y una modalidad de construcción que a la par que construye contenidos, construye los sujetos político-sociales capaces de llevarlos a cabo. Apostemos entonces, sin eludir las amenazas de las tendencias "sustitucionistas" liberales, socialdemócratas o "estatalistas" de izquierda, a que florezcan mil y un congreso y  asambleas populares, mil y una mancomunales,  mil y un colectivos,  mil y un grupos de apoyo mutuo y acción directa...  esos son el tejido del poder soberano, y también como ha señalado recientemente Salazar, el poder constituyente.




 Rafael Agacino: Investigador Plataforma Nexos, www.plataforma-nexos.cl.  Mayo de 2012.

[1] Se trata de las periodistas Paula Figari de “El Ciudadano” y María Alicia Salinas del medio electrónico  “El Irreverente”. En el primer caso se nos envió preguntas por correo cuyas respuestas son de enero de 2012, mientras que en el segundo, se sostuvo una entrevista personal cuya transcripción corregida data de abril del mismo año. Naturalmente ambas periodistas y los medios citados están exentos de cualquier responsabilidad por los contenidos del presente artículo.

UN PAÍS ADOLORIDO

Juan Pablo Orrego

Quizás el elemento determinante de este síndrome es la sensación de no ser partícipe, de que no nos dejan ser parte de… Sentir que el país no es nuestro, que la ciudad, la calle, la vereda, las autopistas, la playa, la quebrada, los ríos, los lagos, las aguas, los bosques… Que nada nos pertenece.

Chile hoy es un país soterradamente angustiado. Es triste observar cómo se ha deteriorado la convivencia, la ética y la estética durante las últimas décadas. Basta viajar en el metro, o manejar a través de Santiago, a las horas de mayor atochamiento, o competir en las colas de consultorios, bancos, isapres, para experimentarlo. La filosofía de la mayoría es simple: “¡yo primero!”, y como sea, es decir, no importa la tercera edad, las embarazadas, ni los niños o, en el caso del manejo, los riesgos que generan esta ansiedad y este egoísmo. La cantidad de accidentes de tránsito ocurriendo son otra triste prueba de que algo anda mal con la actitud cívica de chilenos y chilenas. Las ciudades, y en general el entorno nacional, se ve basureado.
¿Por qué chilenos y chilenas ensuciamos nuestro propio país y entorno, calles y veredas, playas, parques nacionales? ¿Por qué se ve tan rayado, pegoteado, y agredido… tan feo el ambiente en tantas comunas de tantas ciudades, e incluso en los espacios más naturales del país? ¿Qué es lo que pasa? ¿Es esto ‘necesario’, inevitable? ¿Es ‘culpa’ de la gente? Pienso que esta falta de cuidado, de cariño con lo nuestro es un efecto, no una causa. Como un efluvio social negativo, autodestructivo, delincuencia incluida, que emerge de un país adolorido, resentido, endeudado ‘hasta la camisa’, profundamente deteriorado social y culturalmente.
Esta sensación que tenemos tantos chilenos y chilenas de que nos robaron el país y todo lo que contiene. Un país oficialmente ajeno, transnacionalizado, usur-pado. Ni siquiera el Estado es nuestro. No nos cobija, no nos cuida, no responde a nuestros clamores. Al contrario, cuando la comunidad se levanta lúcidamente porque una combinación de Estado/Corporación quiere come-ter otro atropello, desgarrar aún más tejido social, contaminar aún más el ambiente, generar otro mega-negocio privado a costa de la degradación de la economía local, entonces esa comunidad se transforma en “grupo de presión”…
Una vuelta de mano. De individuos que no nos sentimos queridos y protegidos, sino por el contrario, agredidos por la sociedad; por la innecesaria pobreza, por la precariedad de los servicios públicos, o el abuso de los privatizados; por la contaminación; por la fealdad de condominios y barrios levantados con una falta de consideraciones éticas y estéticas escandalosa… mientras ‘al otro lado’ se levantan fastuosos condominios amurallados, rehenes de la pobreza.
Agredidos por la inequidad, la segregación… justamente, en el acceso a la educación, a la cultura, a la recreación, a la belleza, a la real calidad de vida. Agredidos por el crónico autoritarismo y centralismo elitista, por la imposibilidad de participar en decisiones que impactan directamente nuestras vidas. Quizás el elemento determinante de este síndrome es la sensación de no ser partícipe, de que no nos dejan ser parte de… Sentir que el país no es nuestro, que la ciudad, la calle, la vereda, las autopistas, la playa, la quebrada, los ríos, los lagos, las aguas, los bosques… Que nada nos pertenece.
Esta sensación que tenemos tantos chilenos y chilenas de que nos robaron el país y todo lo que contiene. Un país oficialmente ajeno, transnacionalizado, usurpado. Ni siquiera el Estado es nuestro. No nos cobija, no nos cuida, no responde a nuestros clamores. Al contrario, cuando la comunidad se levanta lúcidamente porque una combinación de Estado/Corporación quiere cometer otro atropello, desgarrar aún más tejido social, contaminar aún más el ambiente, generar otro mega-negocio privado a costa de la degradación de la economía local, entonces esa comunidad se transforma en “grupo de presión”, y se envía a las fuerzas especiales a sofocar a golpes y gases su voz y sus legítimas demandas. Cuando el Presidente Piñera en su discurso del 21 de mayo dice “… ningún obstáculo o grupo de presión, por fuerte o poderosa (sic) que sea, me desviará del objetivo de cumplir mis compromisos con los chilenos”, nos preguntamos a qué grupos se refiere, y con quienes está tan comprometido. Porque mucha minucia respecto de obras sociales que ayudan microscópicamente, pero cero referencias a las patologías estructurales que hacen que Chile siga siendo inevitablemente rehén de las corporaciones y sus negocios; una sociedad piramidal sin rostro, cultural y espiritualmente anómica… la antítesis de una comunidad horizontal en que se siente que todo de alguna manera es colectivamente propio, y se cuida y ama como tal.
¿Cómo se revierte esto? Actualmente en el mundo muchas personas están evolucionando a pesar de las sociedades en que viven. Ojalá que estas multitudes alcancen la ‘masa crítica’ que nos permita dejar muy atrás esta primitiva disfuncionalidad que no deja que florezca plenamente el genial potencial sinérgico, generoso, bondadoso, artístico y risueño de la humanidad.

RACISMOS, INCENDIOS Y DICTADURAS

Tito Tricot

Los senderos de la memoria son inextricables, como el canto de los búhos en las sombrías noches de invierno. No se sabe de dónde viene y tampoco hacia dónde se dirige aquel ulular oscuro y melancólico que parece buscar compañía, pero – en realidad – sólo esconde los misterios del universo en la caverna del olvido. Porque, los humanos no entienden la memoria sin el olvido y aquellos en el poder se encargan de tanto en tanto de recordarnos que es mejor olvidar que develar los secretos de la historia que son sus propios secretos. Terribles y feroces son, como el miedo a que se descubran y redescubran, escriban y re-escriban los racismos, incendios y dictaduras de     las clases dominantes que de tanto ocultarlos han terminado por hacer creer a muchos que jamás existieron. Pero, a pesar de oligarcas de antiguo o nuevo signo,  en el barco de la memoria siempre viajan marineros irreductibles que guardan en ánforas de plata recuerdos dolorosos de la barbarie de aquellos que  dicen haber construido la república en nombre de la civilización o que, un siglo después, claman haber restaurado la democracia en nuestro país, instalando sólo un régimen militar y no una dictadura. Son los mismos que llaman terroristas a los mapuche mientras los asesinan a balazos.

Pero digamos las cosas por su nombre: aquí no hay nada nuevo. Basta con hurgar la superficie de nuestra historia para exhumar aquello que se ha pretendido esconder por vergüenza o descaro. Entre ellos, el racismo entronizado en las elites chilenas que es de larga data y que se ha transformado en ideología y en política pública desde los orígenes de la república que, por lo demás, nada tuvo de democrática. Sin embargo, tuvo un parlamento elitista, excluyente y oligárquico que permitía que un connotado intelectual y político, como lo fue Benjamín Vicuña Mackenna, declarara, refiriéndose a los mapuche,  que el indio no era  “…sino un bruto indomable, enemigo de la civilización porque sólo adora todos los vicios en que vive sumergido, la ociosidad, la embriaguez, la mentira, la traición y todo ese conjunto de abominaciones que constituye la vida del salvaje…”. Aunque tenía la delicadeza de señalar que “la conquista no quiere decir bajo ningún concepto exterminio; y que bien puede subyugarse a los indígenas sin matarlos”. El objetivo, sin duda, era apropiarse de territorio mapuche para – como planteaba claramente el Diario El Mercurio en 1859 – “formar de las dos partes separadas de nuestra República un complejo ligado; se trata de abrir un manantial inagotable de nuevos recursos en agricultura y minería; nuevos caminos para el comercio en ríos navegables y pasos fácilmente accesibles sobre las cordilleras de los Andes…en fin, se trata del triunfo de la civilización sobre la barbarie, de la humanidad sobre la bestialidad”.

Ni para Vicuña Mackenna ni para El Mercurio importaban los mapuche, por el contrario, constituían un estorbo para lo que se consideraba el desarrollo y el progreso chilenos. Es lo mismo que acaeció más de un siglo después cuando se fomentó la expansión de la industria forestal en territorio mapuche, acrecentándose el despojo de este pueblo originario, después de todo, como sostuvo Juan  Agustín Figueroa, ex ministro de Agricultura de la Concertación, a los mapuche hay que reciclarlos.

Como la basura, suponemos, como desperdicio o limpieza étnica, suponemos, como la limpieza que se hizo con sus tierras para allí instalar colonos extranjeros en el siglo diecinueve, porque el más grande incendio de que se tenga memoria en nuestro país no lo provocaron ni los mapuche ni turistas ni ciudadanos comunes y corrientes, sino que el Estado de Chile. Claro, porque la colonización del sur de Chile fue una política de ocupación impulsada desde el Estado con  grandes recursos económicos e institucionales. De hecho, el presidente Manuel Montt designó a Vicente Pérez Rosales como agente de Colonización de Valdivia y Llanquihue y éste último procedió, no sólo a facilitar  la llegada de alemanes y otros inmigrantes europeos, sino que a arrasar el bosque nativo, incendiando la selva valdiviana  para desbrozar el territorio y hacerla apta para la agricultura y el usufructo de los europeos. Una vez más, no importó que allí habitaran los mapuche quienes, nos imaginamos, contemplaban estupefactos como ardían sus tierras, lugares sagrados y espacios de reproducción cultural.

Los  incendios fueron un acto de terrorismo de Estado, como lo fueron las violaciones de los derechos humanos verificados en Chile durante la dictadura militar. Por lo mismo, el cambio que pretende realizar el gobierno en los textos escolares para suprimir el término dictadura por el de régimen militar no es algo inocente. Es un peligroso giro ideológico que busca obliterar la memoria y seguir escondiendo los feroces secretos de las clases dominantes, como siempre lo han hecho. Loreto Fontaine, coordinadora nacional de la Unidad de Currículum y Evaluación del Ministerio de Educación ha sostenido que “el cambio es de índole más general. No se refiere sólo a una palabra sino a enseñar a pensar”. ¿A enseñar a pensar qué? ¿Qué no existieron los torturados, los asesinados, los presos, las mujeres violadas, los desaparecidos? ¿Qué no se vivieron y sobrevivieron 17 años de represión y terror?

Puede que los caminos de la memoria sean sinuosos y que aquellos en el poder intenten de cualquier manera esconder sus secretos, pero en el barco de la memoria siempre viajan marineros irreductibles que conservan en sus vetustos recuerdos la verdad oculta: que el  Estado ha provocado más incendios que nadie; que el racismo aflora todo el tiempo, ya sea en la vinculación de los actuales y lamentables incendios en el sur con la causa mapuche – sin prueba alguna – o en la aplicación de la Ley anti-terrorista a los mapuche cuando, simultáneamente, se pretende blanquear la historia reciente eliminando por decreto a una  dictadura terrorista de las aulas de clase. Si hay que hablar de racismos, incendios y dictaduras, hay que decir las cosas por su nombre.


- Dr. Tito Tricot  es sociólogo, director del Centro de Estudios de América Latina y el Caribe (CEALC),  Chile


Publicado en: http://alainet.org

ELOÍSA GONZÁLEZ: “NO HABRÁ PROCESO VICTORIOSO SI NO DEMORA LO QUE TENGA QUE DEMORAR”


Camilo Espinoza


El pasado 28 de junio volvió a pasar: ciento cincuenta mil estudiantes desbordaron la Alameda exigiendo el fin a la educación de mercado. 
No obstante, mientras las asambleas de las facultades duermen y los dirigentes universitarios se peinan para demostrar que los estudiantes apostamos por la “alegre obediencia”, la mañana de ese día comenzaba con cortes de ruta en distintos puntos de la capital sólo para anunciar lo que se venía fraguando desde abajo: los secundarios llegaron para quedarse.

La segunda marcha en el año convocada por el CONFECH tiene a un grupo de siete estudiantes secundarios atravesando la calle Mc Iver. La consigna que portaban era elocuente: “Basta ya de conciliar, es tiempo de luchar” y lo firmaba la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES). Detrás de ellos, centenares de estudiantes volvían a repletar las calles.
Sin embargo, ya ha pasado más de un mes desde esa convocatoria y Eloísa González Domínguez (17), vocera de la ACES y quien no sólo estuvo en medio de esos estudiantes portando aquel lienzo, sino también subió al escenario a ser la voz de los pingüinos, sabe que a río revuelto la ganancia es de los pescadores. “El año pasado nosotros llegamos a movilizar cerca de un millón de personas y no se logró absolutamente nada. Eso fue muy desgastante. Pero nosotros no damos por muerto este primer semestre, sino que hablamos de un semestre que fue de rearticulación, de recomponer fuerzas”, sentencia con firmeza.
Agrega que se han abocado a una tarea más de discusión, organización y de poder cohesionar un discurso. “A raíz de nuestra primera asamblea nacional que nosotros tuvimos, hemos estado conformando organizaciones en cada región y haciendo un catastro del estado en el que se encuentran los liceos”.
- Se habló mucho del 2011, de la rimbombante y bullada “Primavera de Chile”. Luego se calificó el 2012 como el año de las propuestas lo que se ha traducido en un año bastante quieto para los estudiantes. ¿Cómo leen los secundarios esa situación?
Nosotros creemos que el año pasado el discurso estaba clarito. Todos sabíamos que se trataba de no al lucro y educación gratuita. Pero este año no se sabe qué discurso adoptar. La misma estrategia no está teniendo sentido y dejó de ser efectiva. No se sabe qué cosa es lo que hay que instalar. Pero nosotros sí lo sabemos. Por lo menos a nivel secundario, hemos tomado el primer semestre para definir nuestra táctica y estrategia, para definir nuestro discurso articulador.
El año pasado era la CONFECH el eje que articulaba todo, pero este año no se compara con la del año pasado, está muy desgastada. Entonces, nosotros creemos que debe haber un discurso articulador nuevamente, en particular ya pensando en el segundo semestre. El llamado de los secundarios es a desmunicipalizar. El 2011 nosotros pasamos a segundo plano y este año, por la situación paupérrima en la que están los colegios, creemos que el segundo semestre se van a dar chances para iniciar una revuelta estudiantil secundaria.
LA SITUACIÓN DE LOS SECUNDARIOS
- Con respecto a la contingencia ¿Qué está discutiendo hoy día el movimiento secundario?
Nosotros tuvimos hace un tiempo la segunda asamblea nacional, en Talca, el 9 de junio, sobre qué posición tenemos nosotros por la situación de los secundarios, sobretodo considerando que no se desprendió ningún resultado, ningún fruto, no hubo ninguna demanda aprobada por parte del ejecutivo. El balance fue que hemos estado muy desgastados y muy debilitados, sobretodo porque expulsaron una cantidad tremenda de estudiantes que finalmente ha sido reintegrada. Por lo tanto, creemos que este período ha sido de reconstrucción.
Ahora bien, nos dimos cuenta con las últimas tomas que se han realizado: Liceo Miguel de Cervantes, el Liceo 4, Nuevo Amanecer de La Florida, el Liceo de Parral y otros más, que se están movilizando porque ya no se puede más. Así de simple. Hay varios liceos en esa situación crítica, incluso liceos que puede que no se les esté cayendo la infraestructura en sí, pero es mucha plata que va desde el Estado hacia los liceos, a través de la subvención escolar preferencial y que no se sabe dónde está…
- ¿La plata?
La plata. No se sabe dónde se invirtió, en qué se invirtió, dónde está esa plata. De hecho hace poco salió el examen de contraloría que hablaba de alrededor de 2 mil 500 millones de pesos chilenos que no se sabe dónde están. Y hasta hace poco se aprobó invertir más plata en la subvención escolar preferencial.
Entonces, tenemos los liceos para la cagá y la plata no está llegando. En base a eso llamamos a la jornada nacional de reflexión el 20 para generar esta oportunidad de discusión al interior de los liceos, para que los chiquillos se movilicen y puedan plantear sus demandas internas y que se vea cómo se relaciona la demanda interna con la demanda nacional que es desmunicipalizar.
- ¿Es un problema la orgánica para los secundarios? Porque siempre se ha fluctuado entre coordinadoras que se levantan para una determinada coyuntura, pero que una vez acabada esta, se acaba la organización.
Ha sido un logro que la ACES tenga casi tres años de existencia. Desde el 2010 que fue como la tercera refundación, porque ACES han existido anteriormente. Pero ya lleva bastante tiempo existiendo y se ha logrado mantener y verse como un referente al nivel de estudiantes secundarios. Por eso mismo, no nos preocupa tanto, porque hasta ahora la coyuntura no ha logrado comernos.
Ahora, lo que sí nos preocupa es que se siga insistiendo en un modelo federativo dentro de los estudiantes secundarios porque, hasta que no se democraticen todos los espacios internos, hasta que efectivamente un centro de estudiantes no signifique tener las mejores notas, no ser proclive a las movilizaciones, ser designado a dedo. Mientras no deje de existir eso es imposible, porque justamente el hecho de que los liceos estén en esas condiciones y la represión sea tan alta hace imposible conformar una federación. Nuestro interés de todas formas está puesto en avanzar y no entramparnos en discusiones orgánicas.
- Si tuviéramos que elegir dos problemas organizativos internos que sean prioritarios para los secundarios ¿cuáles serían estos y cuáles sus soluciones o qué proceso habría que empujar para combatirlos?
El principal problema que tenemos es que justamente cuesta tanto articularnos, porque no hay presupuesto y la infraestructura para poder desarrollar una organización de estudiantes secundarios es muy mínima y muy precaria considerando, por ejemplo, la capacidad y las condiciones que tienen los estudiantes universitarios. Nosotros no tenemos presupuesto para funcionar, todo lo tenemos que hacer mediante autogestión.
De una u otra forma, eso significa que todos los años hay que volver a empezar a generar esa articulación. Muchas veces pareciera que es un retroceso, pero se trata de volver a retomar fuerzas y seguir avanzando, cosa que ha permitido al movimiento secundario instalar temas que son muy de avanzada para un período. Nosotros el 2010 planteábamos la educación gratuita, cuando aún se hablaba de arancel diferenciado. Este año nosotros estamos hablando de una educación con control comunitario, que la educación esté en manos de la comunidad, que no sea el Estado el que tenga que decidir todo. Eso también es una temática de avanzada.
Ahora, claro que eso significa problemas en períodos, pero son problemas que permiten avanzar.
Otro problema que yo veo a nivel de movimiento estudiantil es que sigue habiendo un sector que está cometiendo errores estratégicos fundamentales y que asimismo no logran abocarse en una instancia de discusión política. Son sectores que son políticamente distintos a nosotros, que son pro-concertación, del PRO o del PC. Ese problema histórico se tiene que ir resolviendo mediante una coordinación básica. Por ejemplo, ellos convocaron para el 20 de junio a marchar, 8 días antes de la marcha general, lo cual es un error, porque significa un desgaste innecesario de fuerzas.
- ¿Cómo se resuelve la disputa con la CONES? Porque estamos hablando de dos referentes que dicen ser representativos del movimiento estudiantil y que plantean cuestiones opuestas…
El año pasado nosotros teníamos a Freddy Fuentes, que si bien no era representativo del movimiento de los estudiantes secundarios, de hecho, era muy rechazado a la interna, mediáticamente tuvo mucho impacto. Pero esto porque fueron los mismos universitarios quienes lo levantaron. Ahora, sinceramente, para resolver este conflicto se tiene que dar una discusión política en conjunto. El tema es que tiene que haber disposición de todas las partes para que se realice y hasta ahora no ha habido para poder, por lo menos, coordinarse en términos básicos.
Tiene que haber una discusión interna en términos políticos, no puede haber una pelea para medir fuerzas dentro de una misma instancia, porque eso termina debilitando. Eso no puede seguir pasando.
LA CRÍTICA A LA INSTITUCIONALIDAD
- Hubo un recambio en el CONFECH, donde teníamos un 2011 con la hegemonía del PC y sectores de la Concertación, sin embargo, ahora las dirigencias las tienen otros grupos, como la UNE, se mantiene el NAU en la Católica y en La Chile está Boric. Grupos que supuestamente estaban a la izquierda del PC, pero que en la práctica no han logrado levantar ninguna movilización contundente y hasta el discurso ha sido más moderado ¿cómo leen los secundarios esa situación?
Lo que hemos estado analizando es que este año hay una fecha importante que se viene, en el sentido de coyuntura, que es el 28 de octubre. Ya hay muchos sectores que han hecho una especie de retirada del movimiento para enfocarse más en el tema electoral. Yo creo que esa es una de las razones por las cuales ha costado avanzar en discurso. Levantar un discurso en este período de volver a salir a las calles, de volver a movilizarse, de volver a tomarse los colegios y las facultades, en algún momento se va a topar con la fecha y muchas de las apuestas políticas están pendientes del 28 y no del movimiento, lo cual es una debilidad.
- Hay una crítica a la institucionalidad que quedó de manifiesto con el ultimátum que hicieron ustedes para las municipales ¿Cuál es la crítica de fondo a la institucionalidad en un momento donde hay varios dirigentes nuestros que están buscando oxigenarla?
Con respecto a los sectores que están apostando a lo electoral, nosotros hacemos una crítica política sin meternos en el juego electoral, porque creemos que ahí se comete el error, porque meterse en ese juego es meterse en un terreno que no es tuyo. Nosotros hacemos la crítica de que este año no es posible, no es factible y termina siendo sumamente contraproducente para la organización entrar en el terreno de la institucionalidad política, que es el terreno de los responsables de que no se haya cumplido con ninguna demanda. Entrando allí, estás legitimando ese terreno y los estás legitimando a ellos.
Eso, para nosotros, termina siendo otra piedra en el zapato, otro elemento que nos impide seguir avanzando. Significa también que el movimiento, que hasta ahora se ha venido construyendo, pasa completamente a segundo plano porque dejas de hacerte parte del movimiento como plataforma para las demandas, sino ahora entras en una plataforma que no es tuya.
- Pero en general, ahí te responden estos mismos sectores con esto de la madurez, de pasar del movimiento social a lo político…
Es que hay dos formas de abordar la política: la política institucional y la política que hacemos nosotros, que es una política popular, mucho más arraigada a los espacios de convergencia de la sociedad chilena. Son espacios que, si no fuera por los distintos movimientos que han surgido, no existirían. Porque no hay interés de la política institucional de generar espacios de convergencia del pueblo.
Nosotros decimos que no se trata de un proceso de maduración. Esa maduración nosotros la veríamos si no sólo un sector de los estudiantes estuviera pensando políticamente una alternativa política para el sistema, sino también otros sectores de la sociedad más allá de los estudiantes, sectores de trabajadores construyendo esa alternativa, los profesores mediante una organización que realmente englobe a los profesores. Eso sería para nosotros una madurez política del movimiento estudiantil y del movimiento social en sí.
Pero ese es el mismo discurso que tiene, por ejemplo, el Partido Igualdad, “pasar del movimiento social al poder comunal”, lo que se traduce en candidatos a alcaldes y concejales ¿Con qué ojos se mira esa opción?
Es que nosotros lo vemos por las condiciones actuales. No creemos que estén dadas las condiciones para dar una batalla institucional. Hasta ahora lo que se ha ido demostrando es que, distintos referentes políticos que han hablado de una batalla institucional, han terminado cayendo, quizá no por voluntad propia, pero de todas formas han terminado cayendo en el mismo juego y siendo cero aporte a la construcción del movimiento.
También hay que pensar que siempre cuando una institucionalidad se ve desestabilizada, así también como la economía, se tiende a reacomodar pero manteniendo el mismo contenido. No tenemos mucha confianza en el camino institucional más bien por la historia que este ha demostrado.
¿Y cómo te imaginas tú un movimiento social en términos de disputa real fuera de lo institucional?
Si uno se pone a analizar la historia de los movimientos sociales, siempre han tenido siempre dos plataformas donde se han movido: la movilización callejera y las distintas instancias de negociación.
El año pasado, por ejemplo, se hablaba de no salir a la calle y reforzar sólo la discusión política. Nosotros planteamos que no, que había que salir a la calle y demostrar fuerza y gracias a eso el movimiento estudiantil hoy es un referente dentro de la sociedad. La dinamiza. Ahora, si tú me preguntas cómo avanzar para poder ejercer mayor control sobre el ejecutivo, yo creo que en lugar de salirse de los parámetros del movimiento, es mas bien, tratar de convocar a otros sectores y buscar espacios de convergencia.
LA CONSTRUCCIÓN DE PUEBLO
¿Cuál es el rol de los secundarios en ese proceso de articulación?
En Freirina, en Aysén y en otros focos alrededor de Chile que se han movilizado por cosas básicas, de condiciones de vida, están empleando los mismos mecanismos de lucha del movimiento estudiantil: los cortes de calle, las tomas de recinto, etc. Pero una autocrítica que nosotros hacemos es que, a pesar de eso, no hemos conseguido nada. Eso es verdad.
Ante eso, debemos intentar construir, sin entrampar las demandas más grandes, una especie de ganancias a la interna para no dejar que el desgaste nos mate. Por ejemplo, el año pasado hubo liceos que sacaron petitorios internos mientras se construía el petitorio nacional. Terminaron las movilizaciones y quedaron, por lo menos, con mejorías de la infraestructura. Eso demuestra que la movilización sí sirve. Que la estamos construyendo.
Algunos compañeros podemos entender que estamos en un proceso de acumulación de fuerzas, pero la mayoría, el estudiante de base, necesita un cambio concreto. Y nosotros también, para qué mentirnos, necesitamos los liceos con mejor infraestructura porque tenemos que desarrollarnos en torno a la educación.
Estamos en un proceso que nos tiene que servir hacia el futuro. Estamos viendo las dos cosas, haciendo el análisis de qué se nos viene más adelante, porque si el 2011 no nos permitió ganancias en términos materiales, pero sí en términos de fuerza y, por otra parte, también ha significado para otros sectores de la sociedad la reapertura de la lucha callejera como un método válido para conseguir nuestros objetivos. Se ha instalado que si tú no sales a la calle a protestar, no peleas, no vas a conseguir nada.
¿Cómo se desenvuelve la ACES para fortalecer la conciencia y la organización del estudiante de base?
Nosotros creemos que no va a haber proceso victorioso si no demora lo que tenga que demorar. Somos una asamblea de 50 liceos, donde efectivamente hay dirigentes de esos liceos que podríamos decir están politizados, a diferencia de sus pares. Entonces, tú tienes que ser capaz de llevar el mismo nivel de discusión política desde la Asamblea hasta los liceos y eso cuesta muchísimo. No es lo mismo discutir en un espacio donde todos leen prensa y todos saben lo que es la subvención escolar preferencial a uno donde no tienen idea.
Una característica fundamental del movimiento secundario es que todos estamos en el liceo constantemente. Viviendo exactamente las mismas condiciones, compartiendo con los compañeros. La retroalimentación y el trabajo en conjunto no son tan difíciles. Lo entendimos de la siguiente forma: nos faltan sillas, nos faltan libros, los liceos están en pésimas condiciones, nos hacen ensayar la PSU y el SIMCE, no entendemos para qué y cada vez que reclamamos se nos amenaza con expulsarnos. Así vemos que dentro de la misma realidad material cuál es el problema central. De esa forma, las discusiones se van haciendo mucho más simples y no tecnicistas en el sentido de hablar con palabras que los compañeros no entiendan.
De hecho, los dirigentes universitarios han presentado una serie de propuesta con eso bien tecnicista a los parlamentarios, pero que no han sido fructíferas en ningún sentido…
Nosotros entendemos que cualquier construcción desde lo tecnicista, desde los datos mismos, es válido dentro del mismo sistema. Cualquier propuesta que se esté planteando cambiar algo profundo del sistema va a ser inválido, porque no es compatible. La propuesta que nosotros tenemos, la propuesta de la ACES, bajo las condiciones de este sistema, es imposible. Porque no podemos aplicar un proyecto que plantea un cambio sistémico en un mismo sistema.