Por Rodrigo Lloret
Uno no destruye las pirámides porque se hubieran perdido vidas al construirlas.”
Cable secreto de la embajada de Estados Unidos en Santiago de Chile, citando a Sebastián Piñera en marzo de 2008, cuando alabó la política económica del régimen de Augusto Pinochet. (WikiLeaks).
Las cacerolas volvieron a las calles de Chile para hacerse escuchar en la protesta de la noche del viernes. Desde el ocaso de la dictadura chilena no se veía (ni se escuchaba) ese fenómeno. Las críticas al gobierno chileno llegaron luego de la feroz represión contra los estudiantes que habían producido la más masiva marcha en Chile desde el regreso de la democracia.
Ambos antecedentes no son los únicos que unen a Augusto Pinochet con Sebastián Piñera: la protesta estudiantil que puso en jaque al presidente chileno busca remover un sistema educativo que fue creado en tiempos de la dictadura.
El ingeniero comercial que tiene un doctorado en Economía y un capital estimado en 2,4 millones de dólares –fortuna que lo posiciona como uno de los 500 hombres más ricos del mundo, según Forbes– no está pasando por su mejor momento. En tan sólo un año, el empresario lideraba el emocionante rescate a los mineros de Copiapó para catapultar su imagen hasta el 63%, pero esta semana se hundió en torno al 36%. Todo por culpa de los estudiantes.
El sistema educativo chileno es privado y se mantiene gracias a elevadas cuotas que los alumnos deben pagar, algo que impide a los estudiantes con menos recursos acceder a la educación superior. Si lo hacen, deben soportar varios años de alto endeudamiento. Acorralado por las protestas, Piñera prometió esta semana un fondo de cuatro millones de dólares para mejorar la educación y un aumento de las becas, algo que los estudiantes han rechazado, ya que consideran que la propuesta no modifica el fondo del modelo. Los jóvenes reclaman que el propio sistema sea reformado. “Reclamamos por nuestro futuro, pero también por el futuro de Chile”, anuncian los estudiantes. Los jóvenes reclaman “educación para todos”.
La popular líder estudiantil chilena Camila Vallejo –una estudiante de Geografía que proviene de una familia de socialistas y comunistas– advierte que la propuesta de Piñera es “una política continuista de la dictadura”. Los “pinguinos” –así denominan a los estudiantes en Chile– jaquean a Piñera y son la prueba más fehaciente de las similitudes en la “gestión” de su gobierno con el de Pinochet.
Para defenderse, el presidente chileno afirma que no tiene nada que ver con el dictador. Recuerda que votó en contra de su gobierno en el plebiscito de 1988, y que condena las violaciones cometidas contra los Derechos Humanos. Pero el embajador estadounidense Paul Simons envió en 2008 un cable reservado a Washington donde escribió: “Esta actitud caballerosa de Piñera hacia el abuso de los derechos humanos del régimen de Pinochet es uno de sus talones de Aquiles”.
Es que en Chile se mezclan las enseñanzas de Pinochet con los estudiantes de Piñera.
Publicado en: http://www.perfil.com/
Uno no destruye las pirámides porque se hubieran perdido vidas al construirlas.”
Cable secreto de la embajada de Estados Unidos en Santiago de Chile, citando a Sebastián Piñera en marzo de 2008, cuando alabó la política económica del régimen de Augusto Pinochet. (WikiLeaks).
Las cacerolas volvieron a las calles de Chile para hacerse escuchar en la protesta de la noche del viernes. Desde el ocaso de la dictadura chilena no se veía (ni se escuchaba) ese fenómeno. Las críticas al gobierno chileno llegaron luego de la feroz represión contra los estudiantes que habían producido la más masiva marcha en Chile desde el regreso de la democracia.
Ambos antecedentes no son los únicos que unen a Augusto Pinochet con Sebastián Piñera: la protesta estudiantil que puso en jaque al presidente chileno busca remover un sistema educativo que fue creado en tiempos de la dictadura.
El ingeniero comercial que tiene un doctorado en Economía y un capital estimado en 2,4 millones de dólares –fortuna que lo posiciona como uno de los 500 hombres más ricos del mundo, según Forbes– no está pasando por su mejor momento. En tan sólo un año, el empresario lideraba el emocionante rescate a los mineros de Copiapó para catapultar su imagen hasta el 63%, pero esta semana se hundió en torno al 36%. Todo por culpa de los estudiantes.
El sistema educativo chileno es privado y se mantiene gracias a elevadas cuotas que los alumnos deben pagar, algo que impide a los estudiantes con menos recursos acceder a la educación superior. Si lo hacen, deben soportar varios años de alto endeudamiento. Acorralado por las protestas, Piñera prometió esta semana un fondo de cuatro millones de dólares para mejorar la educación y un aumento de las becas, algo que los estudiantes han rechazado, ya que consideran que la propuesta no modifica el fondo del modelo. Los jóvenes reclaman que el propio sistema sea reformado. “Reclamamos por nuestro futuro, pero también por el futuro de Chile”, anuncian los estudiantes. Los jóvenes reclaman “educación para todos”.
La popular líder estudiantil chilena Camila Vallejo –una estudiante de Geografía que proviene de una familia de socialistas y comunistas– advierte que la propuesta de Piñera es “una política continuista de la dictadura”. Los “pinguinos” –así denominan a los estudiantes en Chile– jaquean a Piñera y son la prueba más fehaciente de las similitudes en la “gestión” de su gobierno con el de Pinochet.
Para defenderse, el presidente chileno afirma que no tiene nada que ver con el dictador. Recuerda que votó en contra de su gobierno en el plebiscito de 1988, y que condena las violaciones cometidas contra los Derechos Humanos. Pero el embajador estadounidense Paul Simons envió en 2008 un cable reservado a Washington donde escribió: “Esta actitud caballerosa de Piñera hacia el abuso de los derechos humanos del régimen de Pinochet es uno de sus talones de Aquiles”.
Es que en Chile se mezclan las enseñanzas de Pinochet con los estudiantes de Piñera.
Publicado en: http://www.perfil.com/
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