Alejandro Kirk
La Concertación “tuvo un acierto histórico al continuar en todo lo esencial las modernas políticas económicas del gobierno militar”, sentencia, veraz y caritativo, el editorial de El Mercurio este domingo.
En el mismo diario, el ministro designado de Economía, Felipe Larraín, destaca que “tenemos muchos puntos en común con (el actual ministro de Hacienda) Andrés Velasco, los dos venimos del mundo académico, somos bastante amigos y hemos escrito cinco trabajos que están publicados dentro y fuera de Chile”. Y agrega: “soy bastante cercano a los ex ministros de Hacienda de la Concertación”.
Larraín y otros futuros ministros entrevistados por El Mercurio también indican los nombres de confianza en la nueva oposición: el más mencionado, seguramente por sus pergaminos golpistas de 1973 y su inclinación natural a la derecha, es el antiguo y porfiado senador DC Andrés Zaldívar, y luego los DC Patricio, Ignacio y Matías Walker y Jorge Burgos, y los PPD Felipe Harboe y Ricardo Lagos Weber.
“Confío enormemente en personas como Camilo Escalona”, dijo además Cristián Larroulet, el casi ministro Secretario General de la Presidencia.
Los voceros económicos del futuro Gobierno no tienen problemas en usar sus promesas electorales como papel higiénico y restregarlas luego en la cara del "pueblo soberano" que los llevó al poder: no habrá un millón de nuevos empleos en los próximos cuatro años, como repetía majaderamente Sebastián Piñera en el último debate electoral, sino –y sólo si las circunstancias son favorables- apenas 800 mil.
Pero para crear 200 mil empleos al año, se necesita un crecimiento anual de 6 por ciento, la otra gran promesa. El ministro designado de Hacienda, Juan Andrés Fontaine, confiesa que ese 6 por ciento se podría alcanzar sólo “hacia fines del período presidencial”. Pero ésta, dice, “es una meta extraordinariamente ambiciosa”. Mientras tanto, el objetivo es de sólo 4 por ciento, si todo sale bien.
“No puedo asegurar que cada año el crecimiento sea del 6 por ciento, porque el crecimiento anual está sometido al ciclo económico”, explica sagazmente Fontaine, evidenciando su excelencia profesional. Y no sólo eso, también estima que “sería un error evaluar al Gobierno con la vara del crecimiento del producto anual”.
En cuanto a la famosa “red de protección social” que jamás se iba a tocar, el futuro ministro Larraín anuncia que el aumento del llamado gasto fiscal –con el que se financian las inversiones sociales, que para ellos son gastos, no inversiones- “se reducirá de 19 por ciento a 4 por ciento anual”, o sea cinco veces menos recursos para consultorios, escuelas o viviendas sociales.
Tras muchos meses de escuchar al coro de expertos, empresarios y ministros decir primero que a Chile la crisis mundial no la tocaría, y luego que fue el país mejor preparado para enfrentarla, ahora Larraín dice lo contrario: “la crisis nos pegó mucho más que a los países emergentes y más que al mundo en promedio”.
En lo que parece un elogio, de los 22 ministros designados, según las crónicas de El Mercurio, 14 son socios de empresas, nueve participan en diversos directorios, y 11 tienen estudios de postgrado en Estados Unidos. Son, aparentemente, pruebas irrefutables de la “excelencia” que los califica para gobernar.
Y la guinda: el ministro más joven del gabinete de Piñera, Felipe Kast, es hijo del fallecido ex ministro de Planificación, del Trabajo y ex presidente del Banco Central de la dictadura, Miguel Kast. Uno de los aportes de este sujeto al desarrollo de Chile fue la reforma previsional que privatizó el sistema de jubilaciones y financió el enriquecimiento de los nuevos grupos económicos.
En la Universidad Católica, en 1971 Kast fue activista de los grupos paramilitares con que la derecha defendía la democracia del comunismo ateo, y más tarde uno de los llamados Chicago Boys, que construyeron el modelo económico que con “acierto histórico” la coalición de “centroizquierda” no sólo jamás tocó, sino que se afanó durante 20 años en consolidar.
Entre los discípulos de este prócer de la patria se menciona además a los nuevos ministros Larroulet y Joaquín Lavín, el hombre del Opus Dei a cargo de la Educación.
El Mercurio, inundado de poder, ha vuelto a ser indispensable.
(*) Alejandro Kirk (Chile)
Director de Proyectos Especiales de la agencia de noticias IPS (Inter Press Service).
Periodista por la Universidad Central de Venezuela, ha sido redactor de El Diario de Caracas, corresponsal de IPS en Caracas y Naciones Unidas, Editor del Servicio Europeo,
Jefe de Redacción para Latinoamérica, Subjefe de Redacción de la Mesa Mundial,
Director de las oficinas regionales de África y América Latina, Autor del Manual de Estilo de IPS (1989)y del Manual de Estilo de Periodismo de Ciudades (2000) realizado por IPS en cooperación con UNESCO
Publicado en: http://proycom.bligoo.com/
La Concertación “tuvo un acierto histórico al continuar en todo lo esencial las modernas políticas económicas del gobierno militar”, sentencia, veraz y caritativo, el editorial de El Mercurio este domingo.
En el mismo diario, el ministro designado de Economía, Felipe Larraín, destaca que “tenemos muchos puntos en común con (el actual ministro de Hacienda) Andrés Velasco, los dos venimos del mundo académico, somos bastante amigos y hemos escrito cinco trabajos que están publicados dentro y fuera de Chile”. Y agrega: “soy bastante cercano a los ex ministros de Hacienda de la Concertación”.
Larraín y otros futuros ministros entrevistados por El Mercurio también indican los nombres de confianza en la nueva oposición: el más mencionado, seguramente por sus pergaminos golpistas de 1973 y su inclinación natural a la derecha, es el antiguo y porfiado senador DC Andrés Zaldívar, y luego los DC Patricio, Ignacio y Matías Walker y Jorge Burgos, y los PPD Felipe Harboe y Ricardo Lagos Weber.
“Confío enormemente en personas como Camilo Escalona”, dijo además Cristián Larroulet, el casi ministro Secretario General de la Presidencia.
Los voceros económicos del futuro Gobierno no tienen problemas en usar sus promesas electorales como papel higiénico y restregarlas luego en la cara del "pueblo soberano" que los llevó al poder: no habrá un millón de nuevos empleos en los próximos cuatro años, como repetía majaderamente Sebastián Piñera en el último debate electoral, sino –y sólo si las circunstancias son favorables- apenas 800 mil.
Pero para crear 200 mil empleos al año, se necesita un crecimiento anual de 6 por ciento, la otra gran promesa. El ministro designado de Hacienda, Juan Andrés Fontaine, confiesa que ese 6 por ciento se podría alcanzar sólo “hacia fines del período presidencial”. Pero ésta, dice, “es una meta extraordinariamente ambiciosa”. Mientras tanto, el objetivo es de sólo 4 por ciento, si todo sale bien.
“No puedo asegurar que cada año el crecimiento sea del 6 por ciento, porque el crecimiento anual está sometido al ciclo económico”, explica sagazmente Fontaine, evidenciando su excelencia profesional. Y no sólo eso, también estima que “sería un error evaluar al Gobierno con la vara del crecimiento del producto anual”.
En cuanto a la famosa “red de protección social” que jamás se iba a tocar, el futuro ministro Larraín anuncia que el aumento del llamado gasto fiscal –con el que se financian las inversiones sociales, que para ellos son gastos, no inversiones- “se reducirá de 19 por ciento a 4 por ciento anual”, o sea cinco veces menos recursos para consultorios, escuelas o viviendas sociales.
Tras muchos meses de escuchar al coro de expertos, empresarios y ministros decir primero que a Chile la crisis mundial no la tocaría, y luego que fue el país mejor preparado para enfrentarla, ahora Larraín dice lo contrario: “la crisis nos pegó mucho más que a los países emergentes y más que al mundo en promedio”.
En lo que parece un elogio, de los 22 ministros designados, según las crónicas de El Mercurio, 14 son socios de empresas, nueve participan en diversos directorios, y 11 tienen estudios de postgrado en Estados Unidos. Son, aparentemente, pruebas irrefutables de la “excelencia” que los califica para gobernar.
Y la guinda: el ministro más joven del gabinete de Piñera, Felipe Kast, es hijo del fallecido ex ministro de Planificación, del Trabajo y ex presidente del Banco Central de la dictadura, Miguel Kast. Uno de los aportes de este sujeto al desarrollo de Chile fue la reforma previsional que privatizó el sistema de jubilaciones y financió el enriquecimiento de los nuevos grupos económicos.
En la Universidad Católica, en 1971 Kast fue activista de los grupos paramilitares con que la derecha defendía la democracia del comunismo ateo, y más tarde uno de los llamados Chicago Boys, que construyeron el modelo económico que con “acierto histórico” la coalición de “centroizquierda” no sólo jamás tocó, sino que se afanó durante 20 años en consolidar.
Entre los discípulos de este prócer de la patria se menciona además a los nuevos ministros Larroulet y Joaquín Lavín, el hombre del Opus Dei a cargo de la Educación.
El Mercurio, inundado de poder, ha vuelto a ser indispensable.
(*) Alejandro Kirk (Chile)
Director de Proyectos Especiales de la agencia de noticias IPS (Inter Press Service).
Periodista por la Universidad Central de Venezuela, ha sido redactor de El Diario de Caracas, corresponsal de IPS en Caracas y Naciones Unidas, Editor del Servicio Europeo,
Jefe de Redacción para Latinoamérica, Subjefe de Redacción de la Mesa Mundial,
Director de las oficinas regionales de África y América Latina, Autor del Manual de Estilo de IPS (1989)y del Manual de Estilo de Periodismo de Ciudades (2000) realizado por IPS en cooperación con UNESCO
Publicado en: http://proycom.bligoo.com/
2 comentarios:
muy buen recordatorio, se agradece
Saludos Cordiales
muy buen recordatorio
se agradece
Saludos
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